Paula Cons, directora de La isla de las mentiras
«Me interesa mucho la ficción basada en hechos reales»

Paula Cons dirige, escribe y produce La isla de las mentiras, un oscuro thriller que nos traslada a la Isla de Sálvora en el año 1921, cuando un vapor llamado El Santa Isabel naufragó en sus costas dejando 213 víctimas mortales en la que es, a día de hoy, la tragedia de la navegación que más vidas se ha llevado en Galicia. Hablamos con ella acerca de la dificultad de sacar adelante un proyecto como este, de sus referentes cinematográficos y de los entresijos de esta sombría intriga protagonizada por grandes mujeres haciendo cosas extraordinarias.

La película toma como punto de partida el naufragio del Santa Isabel en la costa de la Isla de Sálvora el 2 de enero de 1921. ¿Qué es lo que te ha llamado de este hecho para realizar un película sobre él?
A mí me interesa muchísimo la ficción basada en hechos reales por mi formación de periodista. Pero además lo que me llamó definitivamente la atención es que una tragedia semejante y una heroicidad semejante no fuesen recordadas ni en Galicia, porque yo no la conocía, ni nadie de mi entorno. Así que cuando una amiga periodista me habló del tema tras acudir a una pequeña exposición, decidí investigar.

«Me apetecía tener grandes espacios abiertos, inmensidad, y que eso mismo pudiese resultar asfixiante». Paula Cons

Este es tu primer largometraje de ficción, después de haber dirigido varios documentales. ¿Ha sido una experiencia muy distinta?
Uy, sí, muchísimo. Para empezar los largometrajes se construyen ya mucho desde el guion, te juegas el todo por el todo en el rodaje; en un documental no vas con las ideas tan preconcebidas, y en el montaje se da verdadera forma al material. Además el trabajo con actores es la principal novedad.

Además de dirigir, produces y guionizas. ¿Cómo has afrontado la labor de investigación para la película?
Ya había dos libros muy interesantes, así que me dediqué a leer cosas de antropología, a hablar con gente de la zona, y también me ayudaron muchísimo los guardas del parque nacional donde está la isla. Pero en este viaje me acompañaron los demás jefes de equipo, porque al final todos hacemos nuestra investigación en particular y después la ponemos en común.

El filme se estrenó en Argentina a través de CINE.AR, donde estuvo disponible durante una semana, ¿cómo se presenta su distribución y estreno en España tras el escenario COVID-19?
Pues se presenta muy diferente a ningún escenario que me hubiera imaginado jamás. Toca echarle cintura y flexibilidad mental pero no te puedo negar que el hecho de pensar que tu película se pueda acabar estrenando online sin pasar por salas duele muchísimo, sobre todo cuando has cuidado tanto la fotografía.

Has contado con Nerea Barros para el papel protagonista, y con Darío Grandinetti y Aitor Luna como secundarios. ¿De qué modo sueles enfrentarte a la dirección de actores? ¿Cómo es trabajar con un reparto tan heterogéneo?
Bueno, era muy homogéneo en cuanto a que son todos enormes profesionales y me lo hicieron todo facilísimo, soy una afortunada en ese sentido. Los disfruté una barbaridad porque me dejaron probar cosas, jugar, y son tan buenos que todo era mejor de lo soñado. Después te tienes que adaptar a cada uno (como ellos a ti) y sobre todo a la mezcla de unos con otros, porque cada actor funciona de una manera con otro actor, se establecen químicas distintas y tú has de saber verlo y modelar para tus intereses.

Originalmente la película se iba a llamar El Santa Isabel, ¿a qué se ha debido el cambio de nombre?
Pues yo no soy muy buena poniendo títulos. Y llegó un momento en el que no me encontraba nada cómoda con el nombre porque no representaba en absoluto a la película. Para mí la película es la Isla. Yo quería llamarla Sálvora, como la isla, pero querían un nombre más comercial, que dejara ver el thriller ya en el título.

Como cineasta, ¿cuáles son tus referentes?
Bueno, yo tengo multitud de referentes, como todos, aunque por desgracia no todas las mujeres que quisiera, por eso me está resultando fascinante ver el documental Women Make Film. Pero después, cada película te pide unos referentes determinados. En algunas secuencias tenía muy presentes los westerns crepusculares, después me encanta Paul Thomas Anderson, pero también Los santos inocentes. Me encantan los personajes de De óxido y hueso y el ritmo de Prisoners. Y soy fan total de [Enrique] Urbizu. Me encantan los cineastas que cuidan mucho el encuadre, que cada plano es casi un cuadro, disfruto eso muchísimo como espectadora. Y me encantan las películas secas, duras.

Rodar en localización siempre es duro y, hasta cierto punto, incontrolable. ¿Cómo ha sido la experiencia de rodaje en escenarios tan extremos como los que vemos en la película?
Pues un privilegio, porque casi parecía que pusiésemos donde pusiésemos la cámara sería inolvidable. Pero lo que traté es saberme la isla de memoria para tener posibilidades para elegir y buscar siempre la mejor opción. Pero evidentemente en este caso tuvimos que conjugar no sólo la meteorología si no el estado del mar para poder desplazarnos a la isla cada día. Una aventura.

La directora en localización junto a Darío Grandinetti.

«Que tu película se pueda acabar estrenando online sin pasar por salas duele muchísimo, sobre todo cuando has cuidado tanto la fotografía». Paula Cons

¿Cómo está en la actualidad el papel de la mujer detrás de las cámaras? ¿Cuánto queda por mejorar?
Pues gracias al trabajo y la lucha que han hecho muchas mujeres directoras, técnicas, a CIMA, se ha avanzado muchísimo. Ahora solo falta que eso se asiente y sea todo real. Es decir, que no tengamos que hacer la octava maravilla (como tampoco lo hacen a veces muchos directores hombres) si no simples películas, que algunos productores contraten a mujeres no solo por el punto de más que llevarían en las ayudas del ICAA, y que se nos deje rodar las películas de los grandes presupuestos, no sólo de bajos y medios.

Los paisajes marítimos y la atmósfera que muestras tienen ese punto siniestro y denso. ¿Siempre viste la historia como un thriller oscuro?
Sí, de hecho, para mí es un thriller con contexto de cine negro. Curiosamente el cambio climático me trajo un clima muy poco habitual en Galicia en marzo, me trajo sol, así que tuvimos que convertir ese sol, esa luminosidad, en un elemento que remase a favor de la historia. Pero me apetecía mucho tener grandes espacios abiertos, inmensidad y que eso mismo pudiese resultar asfixiante.

En el rodaje de La isla de las mentiras.

¿Cuánto hay de verdad y cuánto de ficción en los personajes, en la historia?
Hay mucho inventado. El naufragio y las tres heroínas son un apasionante punto de partida para después crear una ficción. Siempre insisto en que esto no es un documental, es un thriller. Aunque hay cosas del ambiente, del espíritu, de las envidias que creo que fueron tal cual.

¿El casting fue difícil? ¿Tuviste que hacer muchas pruebas o hubo algún «flechazo»?
Hubo muchos. El primero con Nerea Barros que siempre tuve claro que era la protagonista perfecta, aunque a veces me preocupaba que fuese demasiado bella. A Victoria Teijeiro también la había visto en una foto en internet y me fascinó su cara. Con Dario Grandinetti, ¿quién no va a tener un flechazo? Y Aitor Luna siempre me gustó mucho como actor, le veía mucha melancolía, mucho fondo.

La isla de las mentiras cuenta la historia del llamado popularmente el «Titanic gallego», muy desconocida teniendo en cuenta el impacto que supuso. ¿Hasta qué punto es un suceso enterrado durante casi un siglo por interés?
Sobre esto no hay una verdad, claro. No sé por qué ha sido enterrado, pero lo ha sido. ¿Habría sido diferente si hubiesen sido hombres? ¿Una vez que te quedas sin héroes y sólo víctimas atravesadas de dolor, ya no interesa el suceso y se va perdiendo en el tiempo? ¿La envidia hizo muy bien su trabajo?

¿En algún momento te planteaste rodarla íntegramente en gallego?
Desde luego. Rodar íntegramente la parte que correspondería al gallego, vaya. Pero los productores no veían esa posibilidad y por eso opté por esa solución lingüística, que es lo que se hizo en Fariña con la maravillosa lingüista Rosa Moledo, gran cómplice y amiga

Has contado con Guadi Galego para la preciosa canción del cierre, ¿siempre estuvo ahí la idea de trabajar con ella?
Sí, sí. La canción es de ella, gran amiga desde hace ya años, y de Pablo Pascual y Pedro Pascual, unos grandísimos músicos gallegos. La verdad fue que le mandé la peli, y a la media hora de verla me mandó ya la letra. Tal cual.

¿Tienes puesto un ojo ya en tu siguiente proyecto? ¿Nos adelantas algo?
Ahora mismo estoy muy metida en documentales y creo que le voy a dedicar a eso mis próximos meses, pero tengo ganas de hacer un proyecto más personal, más pequeño, siempre con mar y con mujeres de protagonistas. También estoy tratando de sacar adelante una serie de ficción, que es un western.

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