El vampiro en el cine
Entre fotogramas, sangre y colmillos

El vampiro, el «chupasangre» por excelencia que pasó de ser un monstruo terrorífico y horripilante a todo un galante aristócrata, erótico y atractivo. Repasamos su paso por el cine, que ha sido a lo largo de los años de lo más variopinto.

El mito y el personaje del vampiro llevan latentes en el folclore popular desde tiempos inmemoriales y se han convertido en objeto de deseo de cineastas, escritores, pintores, músicos y un sinfín de profesiones culturales. En el presente artículo hablaremos de qué manera el vampiro se ha abordado en el cine: su base o el relato del que parte y sus distintas interpretaciones, así como personajes y actores/actrices más reseñables.

Los vampiros literarios: Polidori, Le Fanu y Stoker

El vampiro se ha sentido muy cómodo en el cine, tanto es así que el mito ha salido muy enriquecido y metamorfoseado gracias a las múltiples versiones y visiones que los directores, actores y actrices han dado de él. No obstante, ¿de dónde vienen todas estas versiones del mito? ¿De qué libros o relatos parten las obras cinematográficas que lo adaptan? Veamos:

Como ya hemos comentado, el vampiro constituye una leyenda que pertenece al folclore y a la tradición oral de muchas culturas. Desde la antigüedad, figuras y personajes con rasgos vampíricos han ido apareciendo de una forma u otra, aunque no fue hasta el siglo XIX y gracias al romanticismo que el vampiro moderno apareció. La primera muestra de ello fue el relato El vampiro de John William Polidori, publicado en  1816. La particularidad de este cuento es que Polidori transformó el entonces clásico personaje del vampiro folclórico en un reconocido aristócrata como era Lord Ruthven. De esta forma y casi sin saberlo, el escritor británico creó el perfil del vampiro romántico y moderno. 

La novela Carmilla (1872) de Sheridan Le Fanu es otra muestra de la gran cantidad de relatos vampíricos que surgieron durante el romanticismo. Este relato es relevante, en primer lugar, por su protagonista: la primera mujer vampiro, algo muy relevante para con algunas obras cinematográficas que veremos a continuación. En segundo lugar, por el claro tono erótico y lésbico tanto del personaje como de toda la historia. De esta manera y por primera vez, se relaciona al vampiro con la sexualidad, la belleza, la sensualidad y el erotismo, dejando de lado el relato monstruoso y de horror de las leyendas folclóricas. 

La última muestra que sacaremos a colación es la más conocida y aclamada de todas: Drácula de Bram Stoker, publicada en 1897. La novela del escritor irlandés se basa en la figura de Vlad Drăculea, conocido también como Vlad el Empalador o Vlad Drácula. Fue príncipe de Valaquia en el siglo XV y uno de los héroes nacionales de Rumanía. Las características del Drácula de Stoker, así como otros elementos de esta historia, han sido la principal fuente de inspiración para la gran mayoría de las adaptaciones cinematográficas del siglo XX y XXI. Sin dejar de lado las obras literarias, por supuesto, las cuales lo modifican, matizan o satirizan. La razón de esto no es otra que el propio personaje en sí, y no hablamos únicamente del de Stoker, sino también del de Polidori y el de Le Fanu. Los vampiros de estos relatos y novelas han dado forma, como ya hemos mencionado, al vampiro romántico y moderno. En otras palabras, estos autores modificaron un relato folclórico y oral convirtiéndolo en lo que hoy en día entendemos como vampiro y que ha supuesto la semilla para todas las películas del género que mencionaremos a continuación.

Los primeros vampiros del cine: Méliès, Lajthay y Murnau

El primer vampiro cinematográfico lo ofreció George Méliès en su película La mansión del diablo, estrenada en 1896 precediendo a la famosa novela de Bram Stoker, publicada en 1897. En la primera imagen de la cinta podemos ver cómo un murciélago sobrevuela el exterior de un castillo hasta convertirse en Mefistófeles, el diablo y vampiro protagonista de la historia. La obra de Méliès tiene un tono humorístico, aunque por sus personajes (diablos, brujas, fantasmas, magos…) muchos la consideran la primera película de terror de la historia, así como la primera de vampiros. No hay que olvidar que la cinta también supuso un gran desafío técnico para la época: su duración es de tres minutos, algo titánico para finales del siglo XIX. 

En cuanto a las adaptaciones cinematográficas del conde Drácula de Bram Stoker, hay que destacar la primera, Drakula halála (1921) del cineasta húngaro Károly Lajthay, y la segunda, Nosferatu (1922) de Friedrich Wilhelm Murnau. La cinta de Lajthay cuenta la historia de una joven que es ingresada en un manicomio donde empieza a tener visiones y sueños extraños tras enterarse de que uno de los pacientes asegura ser el conde Drácula. Lo particular de esta cinta no es solo la visión que ofrece del conde de Stoker, también la estética con la que se retrata a Drácula: un hombre con el pelo peinado hacia atrás, unas facciones duras y unas orejas puntiagudas, asemejándose a un murciélago. Como detalle, esta estética serviría de inspiración para el actor Bela Lugosi, quien caracterizó a su vampiro de forma muy similar. La película de Murnau, por su parte, se ha convertido en toda una institución del género y del cine expresionista alemán. De hecho, su estética y la forma en la que aborda el mito la han instaurado en película de culto. Por otro lado, la publicidad calificaba al largo como una «adaptación libre» de la novela, pese a ser muy fiel al carácter, ambiente, escenas y temas que Stoker configuró. Esto se debe a que la productora del filme, Prana Film, no consiguió los derechos para adaptar la novela del escritor irlandés, por ello también cambiaron el título y los nombres de los personajes. No obstante, esto no fue suficiente para la viuda de Stoker, Florence Balcombe, quien denunció a los productores ganando el pleito y provocando que la mayoría de las copias de la cinta se destruyeran. Afortunadamente, esto sucedió cuando la película ya había sido estrenada en todo el mundo, pudiéndose guardar algunas copias en hogares particulares hasta la muerte de Balcombe

Los vampiros de Universal y de la Hammer: Bela Lugosi y Christopher Lee

Las películas de vampiros de mediados del siglo XX fueron objeto de deseo para dos grandes productoras: Universal Studios en Estados Unidos y Hammer Films en el Reino Unido. Ambas compañías llevaron a cabo proyectos cinematográficos de vampiros los cuales han dado forma al género, lo han constituido como tal y han catapultado al status de mito a muchos de los actores que trabajaron en estas cintas. Universal Studios produjo en 1931 la película Drácula, dirigida por el cineasta norteamericano Tod Browning y protagonizada por el actor rumano Bela Lugosi. La cinta se convirtió en película de culto y permitió instaurar en esta categoría a los largos del género. Asimismo, Lugosi construyó su personaje de una forma muy especial, suponiendo un modelo para muchos otros creadores que posteriormente dirigieron películas de vampiros: popularizó a un vampiro aristócrata, seductor, con un aspecto muy cuidado y pulcro. Siempre vestido con traje negro, camisa y chaleco blancos y una gran capa negra, detalles que enfatizaban el talante refinado y señorial de un vampiro. Acompañando a todo esto y sobre la figura de Bela Lugosi existe una gran leyenda, la cual inscribe al actor en una obsesión en torno al personaje que lo lanzó a la fama. De hecho, la mayoría de trabajos que tuvo en la industria cinematográfica estuvieron vinculados al personaje del vampiro. Al no disponer de un abanico actoral más amplio y al estar tan obsesionado con la figura del conde Drácula, el actor acabó fracasando en su vida profesional. Su última cinta fue Plan 9 del espacio exterior del director Ed Wood, considerada de culto para la serie B. A todo esto hay que añadir que fue enterrado con el traje de su mítico personaje. 

En los años cincuenta, la productora Hammer Films tuvo su gran esplendor. Creada por el español Enrique Carreras y el británico William Hinds en 1932, sus hijos fueron quienes se adentraron en el cine de terror y llevaron a cabo producciones relacionadas con el género de vampiros. La estrella de este estudio y quien encarnó al conde Drácula fue el actor británico Christopher Lee. De hecho, él protagonizó la primera película del género del estudio: Drácula (1958), dirigida por Terence Fisher y adaptación de la homónima novela de Bram Stoker. Cabe decir que la interpretación de Lee en este largometraje tuvo mucho éxito debido a su gran profesionalidad y savoir faire. Tanto es así que el actor se ha convertido en el que más veces ha encarnado a Drácula en la historia del cine.

Las vampiresas en el cine

Cartel de A Fool There Was (Frank Powell, 1915).

Las mujeres vampiro también han tenido una representación en el cine, aunque de una forma un tanto distinta a las masculinas y siempre más vinculadas a la sexualidad, la sensualidad y el erotismo. El primer ejemplo de ello, aunque uno de los menos conocidos popularmente, es el film A Fool There Was (1915), dirigido por Frank Powell. Su título deriva de los versos del Rudyard Kipling «érase un tonto…» (A Fool There Was… en el inglés original). La actriz Theda Bara interpretaba al personaje de vampiresa que muy poco tenía que ver con el «estereotipo» de vampiro romántico moderno. De hecho, su rol era el de una mujer fatal, sexualizada y que arruinaba la vida de los hombres. No se puede decir que fuera el primer ejemplo explícito de vampirismo femenino en el cine, ya que su protagonista no era una «chupasangre», pero sí que se la consideraba un elemento maligno y que sustraía algo a sus «víctimas». 

Otro ejemplo más conocido es Vampyr, la bruja vampiro (1932): película dirigida por el cineasta danés Carl Theodor Dreyer, el famoso director de La pasión de Juana de Arco (1928). La cinta de Dreyer está basada en la novela Carmilla (1872) de Sheridan Le Fanu, la cual destacaba por su tinte erótico y lésbico.  La adaptación del director danés se ha convertido en una película de culto y muy controvertida gracias al juego entre imágenes terroríficas, oníricas, expresionistas y oscuras que el director conjugó y orquestó para la cinta. El resultado pretendía exponer de forma explícita lo terrorífico, llegando incluso a confundir al espectador. La recepción de este largometraje fue todo un fracaso, haciendo que el cineasta sufriera una crisis nerviosa que lo llevó a estar hospitalizado en la Clínica Jeanne d’Arc de París durante tres meses tras su estreno. Además, tardó once años en volver a producir y a dirigir. Afortunadamente, parte de la crítica contemporánea lo considera toda una referencia cultural e histórica, y alaba sus grandes proezas tanto técnicas como artísticas. 

El Drácula de Coppola y otros vampiros del cine

Dentro de las adaptaciones cinematográficas de Drácula de Bram Stoker, la cinta homónima de Francis Ford Coppola es una de las más populares entre los espectadores y una de las más aclamadas de finales del siglo XX. Estrenada en 1992, el largo es muy fiel a la novela del escritor irlandés, aportando además detalles estéticos preciosistas y un gran trabajo vinculado a los tonos rojizos que la convirtieron en todo un éxito entre el público y la crítica. Esta cinta fue, de hecho, el primer paso para una gran lista de estrenos vinculados al género de los vampiros que tuvieron lugar a lo largo de la década de los noventa, entre los cuales se encuentran Entrevista con el vampiro (Neil Jordan, 1994), Abierto hasta el amanecer (Robert Rodriguez, 1996) o Blade (Stephen Norrington, 1998). 

Al lado de las múltiples versiones y adaptaciones que han ido surgiendo de la obra de Bram Stoker, a continuación compilamos algunas de las más famosas y que se distancian de esta vertiente. Lo hacen ya sea por pertenecer a adaptaciones de otras novelas o por ser versiones de otros mitos vampíricos. El primer ejemplo que sacamos a colación es Jóvenes ocultos, dirigida por Joel Schumacher y estrenada en 1987. Este film se ha convertido en todo un referente generacional para muchas personas que pasaron la adolescencia a finales de los años ochenta. La historia está protagonizada por unos vampiros muy acordes a la época de estreno y al público adolescente al que iban dirigidos: rockeros, rebeldes y sumidos en excesos de fiestas durante sus noches. Además de esto, cabe decir también que durante esta década se produjeron varios largos interesantes del género, como El ansia (Tony Scott, 1983), protagonizado por David Bowie, Catherine Deneuve y Susan Sarandon.

Por otro lado, encontramos Entrevista con el vampiro (1994). Un film dirigido por Neil Jordan  que adapta la novela homónima de Anne Rice y el cual, además, pertenece a una saga de libros del género de esta misma autora. Esta cinta fue todo un éxito en la época, además de escandalizar a muchos espectadores debido a, según ellos mismos calificaron, un exceso de sangre. Sea como fuere, el triunfo de la cinta se debe, en gran parte, a sus protagonistas: Tom Cruise, Brad Pitt, Antonio Banderas, Christian Slater y Kirsten Dunst. Cabe decir que este ha sido un breve acercamiento al sinfín de títulos que inundan la filmografía vampírica del siglo XX y del XXI. De todas maneras, los que aquí hemos mencionado merecen, como mínimo, un visionado. Id con cuidado y recordad: llevar una cabeza de ajos en el bolsillo puede salvar muchas vidas.

:: before


:: before

¿Quieres recibir mensualmente nuestras nuevas publicaciones?