She Dies Tomorrow
No puedo con la vida, tía

País: Estados Unidos
Año: 2020
Dirección: Amy Seimetz
Guion: Amy Seimetz
Título original: She Dies Tomorrow
Género: Drama, Comedia, Thriller
Productora: Rustic Films
Fotografía: Jay Keitel
Edición: Kate Brokaw
Música: Mondo Boys
Reparto: Kate Lyn Sheil, Jane Adams, Kentucker Audley, Katie Aselton, Chris Messina, Tunde Adebimpe, Jennifer Kim, Olivia Taylor Dudley, Josh Lucas, Michelle Rodriguez
Duración: 84 minutos
Festival de Sitges: Premio Jurado Carnet Jove a la Mejor Película (2020)

País: Estados Unidos
Año: 2020
Dirección: Amy Seimetz
Guion: Amy Seimetz
Título original: She Dies Tomorrow
Género: Drama, Comedia, Thriller
Productora: Rustic Films
Fotografía: Jay Keitel
Edición: Kate Brokaw
Música: Mondo Boys
Reparto: Kate Lyn Sheil, Jane Adams, Kentucker Audley, Katie Aselton, Chris Messina, Tunde Adebimpe, Jennifer Kim, Olivia Taylor Dudley, Josh Lucas, Michelle Rodriguez
Duración: 84 minutos
Festival de Sitges: Premio Jurado Carnet Jove a la Mejor Película (2020)

Una epifanía le revela a Amy que morirá al día siguiente. Y es contagiosa. Este es el punto de arranque de una tragicomedia que nos enfrenta a preguntarnos por qué no estamos exprimiendo la vida mientras parodia los exagerados dramitas de primermundista.

Imagina que sabes que vas a morir mañana. Seguramente mandarías a paseo muchos entretenimientos de tu rutina que —de pronto serías consciente— te roban un valioso tiempo. Tomarías decisiones a las que llevas tiempo no queriendo enfrentarte, correrías riesgos que ya no te darían ningún miedo. ¿Qué consecuencias podrían tener? Y quizás descubrirías que lo que para ti es realmente importante no coincide con aquello que quieren tus seres más queridos. ¿O quizás no los quieras tanto?

La cineasta Amy Seitmetz y la actriz protagonista, Kate Lyn Sheil no se desplazaron físicamente para la presentación de She Dies Tomorrow. Pero sí quisieron estar presentes de manera virtual, aportando una grabación de videoconferencia en la que, sin explicitar nada en absoluto del contenido de esta película, lograron recrear el tono surrealista y cómico que empapa su cinta, pese al dramatismo con que viven la experiencia sus personajes. Desde su punto de vista —y cabe decir que, en La Ciclotimia, coincidimos de pleno—, «la película resulta mejor cuanto menos sepáis de ella». Y no soltaron prenda. Así que va a ser un análisis complicado de satisfacer, porque nos gustaría respetar ese casi-secretismo que han escogido. Afortunadamente, ellas nos han proporcionado un recurso de apoyo magnífico con esa introducción exclusiva que hicieron para el público del festival, en la que hablan de cómo viven la amistad entre mujeres en clave de humor.

Somos tribu. Y una muy sana, en su caso. Reivindicaron que no hay actitudes afiladas entre ellas, «al contrario de lo que se suele decir que ocurre entre mujeres», refiriéndose a aquellos roles de competitividad, de búsqueda de atención… Eso tan propio de la herencia patriarcal que aún permanece enquistado en algunos grupos femeninos. Y que, de hecho, aparece parodiado en el filme, en concreto en una relación de cuñadas (parece que el fenómeno del «cuñadismo» es más bien internacional). El contagio está vinculado también con la empatía. Con que nos duela lo que le duele a la amiga. O con que lo personalicemos, lo hagamos propio, nos miremos el ombligo y nos infectemos de dramatismo porque nos vemos reflejadas en sus problemas. Que a lo mejor son problemillas pasajeros. Y ese compartir el drama tiene mucho que ver con el menstruar. Con la bajona hormonal. Con el dolor insoportable de ovarios que puede torturarnos a muchas. Y en ese aspecto, sí: casi todas nosotras solemos saber con relativa exactitud en qué fecha nos llega esa muerte en concreto. Y cuando pertenecemos a un grupo de mujeres —todas lo sabemos— se nos suele sincronizar.

Es un «me bajo de la vida» de gentes que tienen buenas casas, material caro para trabajos artísticos, mesas a rebosar para celebrar festines.

Decíamos que también se refleja el fenómeno contrario: además de las asperezas entre cuñadas, también veremos una carrera de «a ver quién está peor» o «mi problema es más gordo que el tuyo (aunque el tuyo sea serio de verdad y el mío banal)». Y, una vez más, esa actitud también es recreada, entre una pareja interracial, además, en la que ambos pertenecen a colectivos discriminados en los Estados Unidos. Pero uno asociado al éxito económico y el otro no. De ahí que además contrasten las preocupaciones de un representante colectivo y de la otra, más ególatras o egoístas (para el caso, patatas). Es un comportamiento micro, pero también macro. Cuando estas nimiedades se dan en el seno de los amantes, ya es un síntoma de tocados y hundidos. Pero a menudo se racionaliza e incluso programa la ruptura. El drama contagioso puede salpicar ahí también: ¿cuántas veces se ve en grupos de amistades que una ruptura provoque efecto dominó en varias de las demás?

La Amy de la vida real cede su propio nombre al personaje de su amiga Kate. En la vida real, comparten un vínculo y una comprensión profundas, tanto en lo personal y privado como en los rodajes. Son una: Amy es Kate y la Kate actriz interpreta a la Amy de detrás de la pantalla. De modo que ella se pinta, sin tapujos, como la primera dramática antes de señalar todas nuestras pataletas primermundistas. Y resulta delicioso que hayan liado a Michelle Rodríguez para unirse a ese juego del bromear sobre el propio dramaqueenismo. Mientras Amy y Kate hablan perlas la una sobre la otra en esa videoconferencia de la première española, ilustran con buen humor cómo son capaces de olvidarse de la presencia de la audiencia, en la confianza que otorga estar entre las mejores amigas, e irse maquillando. Usando la cámara de la plataforma virtual como espejo, ya simplemente se miran a sí mismas. Porque de eso va la película: de lo que nos miramos el ombligo y de lo blanditos que estamos en el mundo acomodado. Paulatinamente, sendos pinta-labios y máscaras van cubriéndoles casi todo el rostro. Se van dibujando exacerbados coloretes hasta un punto en que parece que Homer Simpson les haya disparado en la cara con su escopeta de maquillar. Muy hábilmente, con ese sketch, nos dejan claro que lo que se avecina en su obra es una parodia sobre la superficialidad en que convivimos. Pero a la vez, es sobre la amistad y la tendencia a la tragedia que nos une. Porque no puede ser que nos destroce igual o más la bomba de humo de un rollete al que estábamos conociendo, que la rutina en el matrimonio o la enfermedad terminal de un familiar.

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