La nube
El planeta contraataca

País: Francia
Año: 2020
Dirección: Just Philippot
Guion: Jérôme Genevray, Franck Victor
Título original: La nuée
Género: Drama, Fantástico, Terror
Productora: arte France Cinéma, Capricci Films, The Jokers Films
Fotografía: Romain Carcanade
Edición: Pierre Deschamps
Música: Vincent Cahay
Reparto: Suliane Brahim, Nathalie Boyer, Marie Narbonne, Victor Bonnel, Sofian Khammes, Raphael Romand
Duración: 100 minutos
Festival de Sitges: Premio especial del jurado (2020)

País: Francia
Año: 2020
Dirección: Just Philippot
Guion: Jérôme Genevray, Franck Victor
Título original: La nuée
Género: Drama, Fantástico, Terror
Productora: arte France Cinéma, Capricci Films, The Jokers Films
Fotografía: Romain Carcanade
Edición: Pierre Deschamps
Música: Vincent Cahay
Reparto: Suliane Brahim, Nathalie Boyer, Marie Narbonne, Victor Bonnel, Sofian Khammes, Raphael Romand
Duración: 100 minutos
Festival de Sitges: Premio especial del jurado (2020)

Virginie se obsesiona con explotar enjambres de langostas para uso gastronómico. Su esfuerzo desemboca en una maternidad negligente y una terrible plaga que refleja el peligro de tergiversar la naturaleza.

Con esencia de Los pájaros (1963) de Hitchcock, y tampoco lejos de La mosca (1986) de David Cronenberg, se podría decir que esta película tiene elementos de folk horror, del cine de catástrofes e incluso del bíblico-apocalíptico, llegando a asemejarse ligeramente a aquel Nicolas Cage del Color Out of Space (Richard Stanley, 2019) y su pérdida de la cordura —aunque sin comicidad—. Pero La nube (Just Philippot, 2020) es, por encima de todo, una potente sirena de alarma ecologista. Un compendio de luchas laborales y sociales: desde los derechos de los trabajadores por cuenta propia, de los oficios que intentan enmarcarse en lo sostenible, las madres que deberían poder conciliar su vida familiar y oficio, etc. Pero también habla de la insensatez del mundo contemporáneo, las infectas dinámicas youtubers y las nuevas formas de acoso escolar. Pues se trata de una historia de heridas: la de la viuda precaria y madre, la de los adolescentes excluidos socialmente por una sentencia sobre las decisiones de sus padres; y también la del inmigrante árabe que trabaja el campo: el que menos respeto obtiene. Y por supuesto, las que soporta el ecosistema con la plaga que somos la humanidad y su consumo frenético.

¿Cuántos no habremos dicho eso de «yo me tiro al monte»? Comprarse una casita en el campo, tener cuatro animales que produzcan lo justo para ir tirando. Suena idílico. Pero no se aguanta solo. Hay que dedicarle muchas horas: de planificación, de trabajo físico duro, y también hay que proporcionar alimento a los animales. Se necesitan proveedores, buenos ingredientes. Y todo eso se paga. Para que luego el mercado ponga los precios de tu producto por los suelos y te los tengas que comer tú. Por todas esas razones, cuesta muy poco hacer las cosas mal, dejarse embelesar por el sueño de haber tenido la idea innovadora que va a ser la bomba a nivel consumista. Virginie sabe que el aporte proteico de las langostas es muy superior al de los mamíferos de consumo humano, que un día desaparecerán, precisamente, porque le hemos vuelto la espalda a la naturaleza. Pero eso no lo entiende mucha gente más, y vive la frustración de darlo todo por un negocio ruinoso que le está llevando a delegar los cuidados de su pequeño en su hija adolescente. El proyecto absorbe todas sus energías. El capitalismo es un vampiro y el trabajo le chupa la sangre con frenesí.

Su único cómplice es el joven árabe de un campo cercano de viñedos. Podría dejarse querer por él, dejarse cuidar, dado que sí le atrae. Aceptar ayuda, que es algo difícil que suele impedir el orgullo, sobre todo cuando se es una mujer por la que no se apuesta y que se siente en la obligación de demostrar que puede con todo sola.  Pero el duro trabajo también le hace sacrificar esa oportunidad de erotismo y amor. Desde lo metafórico, podemos predecir que la mujer langosta —especie conocida por arrasar campos— supone una amenaza para las viñas que representan al hombre. Así está el panorama y, cuando entra en juego el giro fantástico y terrorífico que lo va a cambiar todo, aquella soñadora que reivindicaba su vida sostenible, fiel a unos principios, se irá dejando arrastrar por los cantos de unas sirenas con forma de saltamontes. Por el color del dinero. Pero, sobre todo, por el subidón de adrenalina de ver la propia empresa remontar. Demostrar por fin lo útil y fructífero de aquello en que se ha puesto verdadera pasión. Lo que la cataloga como algo más que simple y llanamente madre. Y es que, de nuevo, la reproducción como freno profesional entra en juego.

Mediante impresionantes fotografías en macro que nos muestran las langostas desprendiéndose de su exoesqueleto, comprendemos la transformación que va sufriendo la protagonista.

Otro de los mensajes que entraña La nube es que la madre llega a dejarse devorar —literalmente— por su empresa y comienza a perder de vista lo verdaderamente importante, el detonante de sus primeros pinitos, que era el dejarles un mundo mejor a sus hijos y, a la vez, darles de comer desde el compromiso con esos principios. Vamos a ver cómo la progenitora tendrá que compensarles los daños en varias ocasiones y, finalmente, redimirse con ellos. Especialmente con la otra protagonista de la historia: su hija adolescente, que soporta las burlas de los chicos urbanitas de su instituto, que la estigmatizan por ser de campo. El ejemplo más interesante, que es en sí mismo una denuncia hacia la frivolidad de los youtubers de esa generación y su desprestigio y falta de respeto hacia el trabajo ajeno, es un vídeo en el que un compañero de instituto ridiculiza el producto del que depende la economía de la familia protagonista. ¿En qué momento las opiniones y bromas de internet obtuvieron el poder de mandar al paro a muchas personas? Todo eso está haciendo sufrir a la joven, junto con el hecho de no poder gozar de las comodidades que para ese sector de la sociedad son las normales —que no se corte el agua caliente, que no falle la electricidad, mayor libertad y alcance de desplazamiento—. De nuevo, este festival presenta una historia de mujeres que luchan para hacer frente común a la catástrofe. Y la complicada relación entre madre e hija, sobretodo llegada la adolescencia —y con falta de una figura paterna—, es un contexto muy bien escogido para ilustrarlo.

Al margen de ese discurso que estamos escuchando a diario en esta situación de pandemia de la vida real, cabe decir que los bichos que nos trae esta película son, además, un reflejo del estado en que se encuentra la protagonista. Mediante impresionantes fotografías en macro que nos muestran las langostas desprendiéndose de su exoesqueleto, comprendemos la transformación que va sufriendo la protagonista. La pérdida de materia de su propio cuerpo. O lo consumida que está. Pero no son los únicos animales que están ahí para decirnos qué tal le funciona la psique a Virginie. Y es que cuando acepta sin pestañear el sacrificio del cordero, como el Abraham que sacrifica a Isaac, de igual manera, ella empieza a desvivirse más por sus endiosadas langostas que por los hijos. Ese bóvido entronca con el simbolismo bíblico que utiliza la puesta en escena de La nuée (La nube), y que va más allá de la evidente plaga de langostas del apocalipsis: la banda sonora combina sonidos de sintetizador con aroma extraterrestre mientras, en otras ocasiones, los cantos operísticos evocan a los ángeles del cristianismo. Esa dicotomía entre cielo e infierno, entre lo angelical y lo demoníaco, también se expresa mediante la iluminación. Hay un momento muy concreto en que la protagonista charla en la noche con Karim, su amigo y amado. Les ilumina apenas un resquicio de luz acogedor. Pero cuando ella le rehúye, para acudir de nuevo a sus obligaciones autoimpuestas para con la granja, la vemos entrar en la noche más cerrada: ha escogido el pozo, se funde en lo oscuro y el abismo. Y, desgraciadamente para los amantes de las mascotas, el cine suele asesinar a las más tiernas para declarar alto y claro cuándo un personaje ha formalizado por fin su transición a monstruo.

:: before


SERIES

SITGES FILM FESTIVAL 2020

:: before
:: before

¿Quieres recibir mensualmente nuestras nuevas publicaciones?