Amélie
La magia de la vida cotidiana

País: Francia
Año: 2001
Dirección: Jean-Pierre Jeunet
Guion: Guillaume Laurant, Jean-Pierre Jeunet
Título original: Le fabuleux destin d'Amélie Poulain
Género: Comedia, Drama
Productora: Claudie Ossard, UGC Images
Fotografía: Bruno Delbonnel
Edición: Hervé Schneid
Música: Yann Tiersen
Reparto: Audrey Tautou, Mathieu Kassovitz, Rufus Magloire, Lorella Cravotta, Serge Merlin, Jamel Debbouze, Claire Maurier, Clotilde Mollet, Isabelle Nanty, Dominique Pinon, Artus de Penguern, Yolande Moreau, Urbain Cancelier, Maurice Bénichou
Duración: 120 minutos

País: Francia
Año: 2001
Dirección: Jean-Pierre Jeunet
Guion: Guillaume Laurant, Jean-Pierre Jeunet
Título original: Le fabuleux destin d'Amélie Poulain
Género: Comedia, Drama
Productora: Claudie Ossard, UGC Images
Fotografía: Bruno Delbonnel
Edición: Hervé Schneid
Música: Yann Tiersen
Reparto: Audrey Tautou, Mathieu Kassovitz, Rufus Magloire, Lorella Cravotta, Serge Merlin, Jamel Debbouze, Claire Maurier, Clotilde Mollet, Isabelle Nanty, Dominique Pinon, Artus de Penguern, Yolande Moreau, Urbain Cancelier, Maurice Bénichou
Duración: 120 minutos

Recordamos una película que se ha convertido en icono de la cultura contemporánea, dando a conocer a su protagonista por todo el mundo.

2001. Jean-Pierre Jeunet consigue lo nunca logrado por un filme francés: convertir su producción en la más taquillera de la historia de Francia hasta el momento (permaneciendo a fecha de la publicación de esta crítica la cuarta) y la cuarta película de habla no inglesa que más recaudó hasta hoy (la décima en la actualidad). Amélie, esa comedia romántica tan peculiar que casi todos conocen, consiguió ganar múltiples galardones, así como numerosas nominaciones, como las cinco que obtuvo a los Óscar, incluyendo mejor película de habla no inglesa, guion y fotografía. La cinta cuenta la historia de Amélie, una chica con una infancia inestable, que apenas podía salir de casa debido a una ficticia enfermedad que sus padres creían que tenía, que vio cómo su madre moría aplastada por una turista suicida en Notre Dame y cuyo padre no le prestaba mucha atención debido a su obsesión por hacerle a su difunta mujer un altar. En cuanto tiene la edad para marcharse de casa, lo hace y comienza a trabajar en una cafetería en la que pasará sus días junto con unos personajes de lo más caricaturescos. Es ahí, en su temprana adultez, cuando descubre que su propósito en la vida es ayudar a los demás, y lleva a cabo esa misión de la manera más peculiar.  

Siguiendo la estela de otras de películas del cineasta como Delicatessen (2001) o La Ciudad de los Niños perdidos (1995) es, indiscutiblemente, un relato mágico que transcurre en el mundo real, una especie de cuento urbano contemporáneo: la voz en off del narrador, las hermosas imágenes de postal del barrio de Montmartre, ese gnomo de jardín aventurero, la colección de personajes a cual más peculiar, encabezados por la propia Amélie, etc.

La película comienza con varias acciones que solíamos hacer de niños, llevándonos de vuelta a nuestra infancia.

El amor que se proyecta, basado en la soledad de su personaje principal, la hacen una película muy divertida y especial. Es una película romántica, pero para nada se aprecia empalagosa. Sin duda alguna y a pesar de todos los años que han pasado desde su estreno, sigue siendo un vórtice de frescura con un guion afable y sencillo. Sin dejar de lado la trama principal, las historias de los personajes secundarios están llenas de cariño, convirtiéndolas en pinceladas entrañables dentro de toda la historia general. Y esto no es de extrañar pues Jeunet contó en diversas ocasiones que todas las tramas del filme rondaban por su cabeza antes de hacer la película, por lo cual decidió escoger una para convertirla en la principal y dejar el resto como secundarias.

Transmite lo que pretende transmitir: amor por los detalles que nos rodean en el día a día, lo cotidiano, el vivir pausadamente y disfrutar de las pequeñas cosas que nos hacen feliz y que incluso a día de hoy nos pueden trasmitir magia interior. Cosas que de pequeño apreciábamos pero que, con el paso a la vida adulta, entre prisas y estrés, dejamos de valorar. El gran Jeunet nos regaló con su filme un antídoto para la monotonía, un paréntesis a la excesiva occidentalización que incluso llega a producir hastío en algunos y sobretodo un remedio para volver a soñar. Consigue en el espectador la sensación de dejarlos con buen sabor de boca y una sonrisa en los labios.

Como nacida para ese papel y con su saber hacer interpretativo, Audrey Tautou convierte a Amélie en un personaje cercano al espectador que, con sus preciosos y grandes ojos, dan al personaje la frescura e ingenuidad que la caracterizan.

Entre las notables actuaciones de todos los personajes del filme, la que más destaca es la de Audrey Tautou, que desprende todo su encanto al encarnar a esa chica que ha tenido que aprenderlo prácticamente todo de la vida sin la ayuda ni el afecto de sus padres. Como nacida para ese papel y con su saber hacer interpretativo, convierte a Amélie en un personaje cercano al espectador que, con sus preciosos y grandes ojos y sus traviesas miradas cómplices a cámara, dan al personaje la frescura, ingenuidad, sencillez, individualidad, riqueza de sentimientos y sensaciones que la caracterizan. Con pocas palabras y gran uso de un lenguaje gestual, Tautou consigue dar vida y una personalidad muy marcada a Amélie. Es realmente complicado cuando la expresividad física es la clave del componente emocional de un personaje, y habiéndolo conseguido ella con matrícula, es una pena que se vea un poco estancada en ese personaje y no haya vuelto a sonar tan notablemente de manera internacional como entonces.

En cuanto a su banda sonora, es uno de los elementos más significativos de la cinta. ¿Quién no ha escuchado nunca El Vals de Amélie? Con gran sensibilidad en cada nota y cargada de emociones, el responsable es Yann Tiersen, que consigue transportarnos a París con sonidos típicos de allí como puede ser el acordeón. Tendrás la sensación de haber cruzado la frontera con tan solo cerrar los ojos y disfrutar de las melodías. Y si a eso le sumamos su refinada fotografía de Bruno Delbonnel, directamente nos transportamos a Montmartre. Tiene un estilo visual bastante peculiar, con originales tiros de cámara y bastante uso del gran angular para acentuar el tono surrealista de la historia. Predominan los colores cálidos que ayudan a dar un ambiente cautivador de cuento contemporáneo, con una combinación de colores que ayudan perfectamente a identificar cada personaje con sus emociones y su propia personalidad. Suele usar colores llamativos, lo que combina muy bien con la personalidad extravagante de la mayoría de los personajes.

La única pega que podría ponerle es que no es apta para no soñadores, para personas que se niegan a vivir la vida disfrutando de ella y de sus pequeñas cosas, a las cuales les puede parecer que tiene un ritmo lento y absurdo, pero que realmente es parte de la lección que quiere transmitir. Con toda seguridad podemos decir que cuenta con todos los ingredientes para no dejar indiferente a prácticamente nadie. La dirección, fotografía, gran narrativa, diálogos inteligentes y sobretodo sus ingeniosas situaciones que la convierten en una atípica y notable pequeña joya del cine europeo, que se diferencia del resto por su imaginativa estética, su propuesta simple pero fresca y memorable, su premisa que te atrapa y el rebosante talento de su director e intérpretes. Incuestionablemente, una auténtica maravilla. 

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